23/4/07

La Costa de los Piratas II


Acabamos de comenzar pero ya nos hemos percatado de un par o tres de cosas: la primera es que, al paso que vamos, no conseguiremos visitar todas las baterías, castillos o torres de la ruta. La segunda, que esto necesita no doce horas, sino cientoveinte como poco. La tercera que... preferimos caminar los trechos que podamos y la lluvia nos permita.

Hacia el este se abre la Rambla de las Amoladeras; es un espacio precioso, el cauce de un río que, como es habitual el la región, solo lleva agua cuando llueve torrencialmente. Sus dunas arenosas están cubiertas de azufaifos, un arbusto espinoso que hunde sus raíces en el suelo de arena hasta alcanzar el agua, sujetando la tierra y permitiendo crecer a su sombra todo un ecosistema, al igual que el tamarisco. También abundan los ágaves y sisales, que aquí llaman pitas o pitacos y fueron plantadas el siglo pasado para su cosecha. Florecen una sola vez en su vida, en un esplendoroso tallo, alto como un árbol y cuajado de flores amarillas. Luego mueren y sus tallos, inclinándose a medida que se secan, dan un aire peculiar al paisaje.

Rambla de Las Amoladeras



Dunas



Agaves a contraluz (esta toma no está realizada en el mismo paraje ni en el mismo momento pero, lamentablemente, las de ayer salieron movidas)



En las Amoladeras hay también un Centro de Interpretación de la Naturaleza, que abre sus puertas durante todo el año por las mañanas, hasta las tres, y que en Semana Santa y los tres meses altos de verano lo hace también por las tardes, entre las cinco y las nueve. Visitarlo para conocer las maravillas que esconde la zona es una buena opción para quienes deseen algo más que bañarse en la playa.

Centro de Interpretación de la Naturaleza, Las Amoladeras.





Domingo, 19 de marzo 2006

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