23/4/07

La Costa de los Piratas I

Sábado, 18 de Marzo de 2006

Después de una semana soleada el sábado amanece, como encargado a propósito, salpicando la ciudad con una lluvia suave. En esta tierra la lluvia suele ser, por escasa, bien acogida, y del medio centenar de participantes en la expedición ninguno da marcha atrás por media gota de agua.

Son las nueve y media y nos vamos arracimando a la puerta de la Francisco Villaespesa. Lo cierto es que acabo de darme de alta en la Asociación, y de todo este gentío solo conozco a una persona. Pero eso, claro está, no es ningún problema...

Cincuenta en autocar y con guía. No un guía cualquiera, eso sí. Nos han traído un especialista: Antonio Gil Albarracín, doctor en Historia por la Universidad Autónoma de Barcelona y catedrático. Puestos a empaparse de un tema lo mejor es acudir a los enamorados. Nada como la pasión.

Claro que yo no les voy a poder hacer un compendio de fechas y nombres, entre otras cosas porque notas, la verdad, tomé poquísimas. Lo que sí me gustaría hacerles llegar es como se respira la primavera entre las piedras viejas del Parque Natural del Cabo de Gata, volviendo la mirada atrás e imaginando, por un segundo, lo que debió ser la vida de las gentes que habitaron -a veces- esas tierras.

Ptolomeo lo llamó Charidemou Acra, (Promontorio de las Ágatas) posiblemente por la abundancia de ágata cornalina en la zona. Los árabes Qabitat bani Aswad. Del ribat árabe (la fortaleza) no queda nada, aunque se sabe que Alhakam II la visitó allá por el 964, lo que da una idea de su importancia. Junto con el Ribat de la Chanca, al otro lado de la ciudad, formaba parte de las defensas, siendo encomendada a la familia de los Banú Sirach ("los hijos del sillero", conocidos posteriormente como los "abencerrajes").

El Parque Natural es un espacio único en el Mediterráneo Occidental que corre un serio peligro, amenazado como está por la especulación inmobiliaria y escasamente atendido por la Junta y demás Administraciones, que nunca están donde se las necesita -y si están, no les luce precisamente el pelo-. Pero será mejor que deje ese tema por ahora, o me voy a salir del camino antes de emprenderlo.

Comienza el Parque justo en el límite de Levante de la ciudad, al este de Retamar, en El Toyo. Allá donde termina el Paseo Marítimo abandonamos el autocar y nos dirigimos paseando entre la duna, sujeta por las matas de lentisco, retama, ágave y sisal, palmito y otras hierbas, en dirección a la Ermita, erigida en honor de la Virgen del Mar, patrona de la ciudad. A poca distancia de la ermita se encuentra la primera torre: Torre García, restaurada con más o menos acierto y la más antigua de las que visitaremos.

La primera sorpresa que nos da nuestro guía es que, pese a existir en la zona algunos restos romanos -junto a Torre García existen restos arqueológicos de una antigua fábrica de salazones (garum)- ninguna de las defensas de la costa es, como algunos pretenden, de origen romano o árabe. Todas son cristianas, levantadas alrededor de 1500. De hecho, la original Torre García se levantó en 1488 en el lugar donde hubo otra atalaya de la que no quedan restos de ninguna clase. La torre medieval fue reemplazada durante el reinado de Felipe II por otra similar. A mediados del XIX se entregó a los carabineros, y de estos pasó a la Guardia Civil. A finales de la década de los ochenta la Junta se hizo cargo de la torre para restaurarla, colocando en ella una placa en memoria de Andrés de Almería y su descubrimiento, rondando la Navidad de 1502, de la imagen de la Virgen del Mar (por cierto, gótico catalán, que a uno le da por pensar que, o bien se les cayó de algún barquito y amaneció flotando, o bien a Nuestra Señora le pareció que iba a estar más a gusto al sol del Cabo de Gata que en la Costa Brava).

En primer plano la ermita de Torre García. Al fondo, la Torre.

TorreGarcia1

Torre García. Al fondo, Cabo de Gata.

TorreGarcia2

Restos romanos de la fábrica de salazón, junto a la playa:

RestosRomanosElToyo

Torre García y su escalerilla de acceso (se puede subir sin problema y la vista de la bahía desde la atalaya es pre-cio-sa).

TorreGarcia3

Estando en Torre García perdimos (cosas que pasan) a dos de los integrantes del grupo. Nos dimos cuenta cuando, ya en el autocar, encontramos su paraguas abandonado sobre el asiento. Dado que era una parejita joven, nos entretuvimos imaginando qué cosa podría haberles despistado junto a la Torre, bajo la lluvia... y les aseguro que pensamos cosas muy diferentes que si se hubiera tratado de alguno de los más añosos componentes de la expedición. La idea de un apretón de la próstata no se nos pasó por la cabeza a ninguno. Creo.


Domingo, 19 de marzo 2006

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