23/4/07

En el Museo Arqueológico

La tercera y última planta del museo tiene en el lado norte las piezas recobradas de Al-Andalus, y al sur las vitrinas con los restos romanos.

Nada más abrirse la escalera, nos saluda un enorme lienzo, impresión directa sobre tela en la mejor tradición decorativa árabe que utiliza la caligrafía como una auténtica obra de arte, haciéndose eco de las palabras con las que al-Idrisi, en 1154, en su obra Nuzhat al-mustaq fi jtraq al-afaq (Recreo de quien desea recorrer el mundo) define la ciudad, y cuyo diseño es de César Lorente y su caligrafía de Tarek Atrid. No tendrán que poner mucha atención para advertir que las letras trazan, en su recorrido, el perfil de la ciudad contemplada desde la mar, en cuyo espejo se mira.



El cuadro se yergue sobre una colección de estelas funerarias islámicas, o mqabriyya (término que daría lugar mucho más tarde a la voz española "macabro"). La tradición islámica recomienda sobriedad en los enterramientos. Sin embargo esta recomendación se pasaba por alto con harta frecuencia, erigiéndose diferentes monumentos funerarios, según las posibilidades de cada quien, que iban desde simples piedras a grandes mausoleos.

En la época de esplendor almeriense como taifa almorávide (s. XI y XII) los artesanos del mármol de Macael eran muy disputados por los potentados -adinerados comerciantes y nobleza- y se crean dos tipos de enterramientos distintos, pero simultáneos: el primero está decorado mediante estelas rectangulares (una o dos, según los casos) para la cabeza y pies de la tumba, adornadas con un arco de herradura en el centro. El segundo tipo son las llamadas maqbriyyas, estelas en forma de prisma de sección triangular, colocadas sobre el túmulo. Ambos tipos acostumbraban a mostrar epitafios -rimbombantes y floridos- con información sobre los difuntos, así como con distintos versículos coránicos y constituyen una de las mejores formas de la epigrafía andalusí.

La fama de estas estelas cruzó fronteras. Se exportaban a otros puntos del Islam y, todavía hoy, pueden admirarse las que adquirieron en el s.XII los reyes de Gao, en Níger (actual Mali).






"En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso. Bendición de Dios para Mahoma y su familia. Alabado sea Allah, Heredero de los cielos y de lo que hay en ellos, y de la tierra y de cuanto está sobre ella. Este es el sepulcro de Ahmad b. Al-Husayn b. Tahir al-'Adri (al-'Adri es el toponímico, como si ustedes dijeran "fulanito del tal, el abderitano"). Murió la vela del lunes, pasados diecinueve días de ramadan al-muazzam del año quinientos dieciseis (noche del domingo 19 al lunes 20 de noviembre de 1122 por el cómputo cristiano). (Confesó): [...] que Mahoma -¡Allah lo bendiga y salve! es Su profeta a quien lo eligió, para la misión de la más noble estirpe y lo envió [...] Corán IX, 33 o LXI, 9."

"En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso, Bendición de Dios para Mahoma y su familia. Corán XXXI, 32. Murió el sayj, el faqib, el jatib, el bayy, Abu Bakr b. Sa'id al-Gassani ¡Allah tenga piedad de él y le perdone! el día once de safar al-bahh del año seiscientos veintitrés (11 de febrero 1226) ¡Allah se compadezca del devoto que lea [esto] y pida clemencia para el difunto.


Ambas estelas provienen del cementerio próximo a la Alcazaba (donde hoy está la Plaza Vieja, o del Ayuntamiento).

Existe, además, una tercera lápida funeraria, de mármol, hallada en Senes, que es única en España y en el occidente islámico, debido a que en ella aparecen grabadas unas figuras humanas, lo cual es muy poco frecuente, puesto que el Islam establece restricciones para la representación de la figura humana (de ahí que su ornamentación suela ser caligráfica o con motivos vegetales).

La podeis ver a la derecha de la fotografía:



El grueso de la colección de restos andalusíes se encuentra en el interior de una Kaaba peculiar (de al-ka'ba, en árabe, dado o cubo) decorado en blanco y oro, que muestran a levante y poniente dos símbolos, uno en piedra y otro en mármol, de la creación y la destrucción de la ciudad.



lo que se observa en primer plano es un bolaño (no me pregunten si original o reproducción... que me inclino a pensar en lo segundo) o pedrusco de tamaño importante que se utilizaba como munición de las catapultas cuando no había voluntarios a mano ardientes de deseos de estamparse contra el tapial de piedra, y del tipo que utilizó la coalición de genoveses, pisanos, catalanes y castellano-leoneses, en 1147 y a las órdenes del rey Alfonso VII, para echar abajo la muralla y conquistar Almería durante una década, extinguiendo su esplendor a base de prender fuego a las atarazanas y a todas las industrias -riquísimas- del tejido de la seda. El motivo de la invasión no era otro que ese, pues por aquella época Almería representaba una clara competencia comercial, tanto como puerto como (y sobre todo) respecto a la industria textil, lo que fastidiaba bastante al resto de la tropa y terminó por crearle tales enemigos. Tal vez se hubiera recobrado del golpe con el tiempo y una caña... pero antes de que llegaran tan felices tiempos llegaron sus Muy Católicas Majestades.

Verán, si prestan atención, que por detrás asoma el vértice de otro pedrusco... que no es otro que este:



Su importancia, pese a lo fragmentada y borrosa que se encuentra, radica en que es el único testimonio escrito que alude a una de las construcciones oficiales de la ciudad. Se desconoce de qué edificio concreto se trataba o a qué se destinaba, pero se sabe que fue erigido con motivo de la fundación de la ciudad, siguiendo las órdenes del califa Abd a-Rahmán III, en los tiempos en que se levantaba en Córdoba Medinat al-Zahara.

Dice, más menos que más, así:

(En el nombre de Dios, Clemen)te (y Misericordioso,) [...] (mandó constru)ir este [...] (Ab)d al-Rahman, Príncipe de lo(s creyentes) [...] ¿? [...] (Dios)-¡Honrado y ensalzado sea!-. Se terminó y completó ([...] de la mano del ca)íd Muhammad ibn Rumahis con la ayu(da de Dios) [...] en el mes de rabi' el postrero [...] (del año) [...] cuarenta y tre(cientos). /955 ¿? de J.C.

Y les explico: decir, decir, lo que se dice decir... solo está legible lo que consta en negrilla. El texto entre paréntesis se deduce por ser un texto "tipo", y los puntos entre corchetes indican zonas perdidas que quedan en el más absoluto de los desconocimientos.

El dado en cuestión es acessible desde sus cuatro lados por cuatro aberturas apuntando a los puntos cardinales. Las aberturas de levante y poniente están obstruidas por los pilares -los de la Tierra, no- que sostienen el bolaño y la lápida conmemorativa. Podemos entrar, pues, por el hueco septentrional o el meridional.

Si lo hacemos por éste último, éste será el paisaje que se presente ante nuestra mirada.



Y les explico: La tinaja que ven al fondo, contra la puerta norte, es una reconstrucción de una tinaja almohade, cuyos restos se hallaron en la Alcazaba, aunque a primera vista se ve completa, es una base recreada para sostener los fragmentos encontrados y poder hacerse una idea aproximada del original.

Lo que ven sobre el suelo es una pantalla circular, sobre la cual un sistema audiovisual presenta un relato cronológico del periódo islámico en Almería, cuando y como llegaron, y cuando y como se vieron obligados a marchar. Es eso sí, una pantalla un tanto peculiar, pues el material que la conforma es... una placa pulida de mármol de Macael.



Proceso de decoración de una vasija



Los artesanos del mármol



Los telares



Al-Mutasim, el rey poeta.

La sala se lee, cronológicamente hablando, desde la puerta sur, comenzando por la izquierda. Los primeros hallazgos que nos muestra datan del establecimiento de Al-Mariyyat como una torre vigía, junto al puerto, defendiendo el camino de Bayyana (la Urci romana) que era en aquel entonces la ciudad principal de la zona. Y lo que nos presenta la primera vitrina son, precisamente, restos del siglo IX y X, época en que los marinos andalusíes (bahríes) muladíes que era el término utilizado para denominar a los hispanos convertidos al Islam, pactan con los pobladores de la zona, de origen yemení la forma de compartir el territorio.

Es una época azarosa, en la que sufren frecuentes ataques de sus vecinos de Granada, y alguno que otro de un tal conde de Ampuries, por nombre Sunyer.

Los restos arqueológicos de Bayyana descubren casas espaciosas y articuladas en torno a un patio, que disponen de salones, zaguán y letrinas. Se hallan, además, junto a ellas, un horno de vidrio y un alfar de grandes dimensiones, que dejan residuos de piezas de desecho y útiles de alfarero.



Las piezas de la izquierda son restos de vajilla de cocina: una marmita con su tapadera, un ánfora y un cántaro; algo más a la derecha aparecen un atifle o trébede, pieza utilizada para separar las piezas y que no se pegaran, un ataifor (especie de plato o bandeja, primitivamente de latón) y un rollo de alfar... que, ustedes me perdonen, servidora no tiene ni puta idea de lo que es y le parece -bruta que es una- un simple rollo de arcilla manoseada y tirada a la basura... es que cuando no se llega, no se llega. Colgado contra el fondo de la vitrina aparece un cangilón de noria, vasija utilizada en un molino, con otras tantas iguales a esa, para aprovechar el agua y... bueno, ustedes se saben esa parte ¿no?. Más a la derecha observarán algo parecido a un caballito, y eso es, parte de una colección de juguetes, pequeñas figuritas de cerámica.



y, un poco más allá, unos cuantos candiles de piquera, un candil múltiple y un antiguo anafe. Supongo que han cantado alguna vez villancicos y les sonará aquello de "lleva su chocolatera, rinrin, [...] su molinillo y su anaaaaafe... pues bien, ahí lo tienen:



el anafe no era otra cosa sino un hornillo portátil, una vasija plana, con soportes, en cuyo fondo se colocaban las brasas para poder calentar o cocinar alguna cosilla; un precedesor de la barbacoa con patas, para entendernos de alguna manera.



Damos un pequeño salto temporal y avanzamos, siempre hacia la izquierda, para ir a encontrarnos con el pedazo de lápida conmemorativa que les mostré antes, cerrando el hueco de levante, que sin embargo nos permite cruzar de Bayyana a la propia Al-Mariyya, constituida como Medina, y a continuación las lápidas -entre ellas la de las figuras humanas grabadas. Unos pasos más allá, y ya girando hacia el norte, nos encontramos con una colección de diminutas pesas de telar, de tipo fusayola (pequeños contrapesos con un orificio central)




contemplaremos también otros candiles y lámparas en cerámica, y un curioso molde de fundición, en piedra, para fabricar pendientes, ollas y cazuelas, soportes de tinajas y un sello de estampillar... de barro, que la goma recauchutada todavía no se estilaba.




Toca parada y fonda. Pero, si tienen oportunidad, no dejen de visitar el Museo Arqueológico de Almería. Es pequeño, pero está muy bien organizado y podrán aprender muchas cosas de la Historia de esta tierra. Es parte de nuestra cultura, y el mejor modo de cuidarla, es conocerla.

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