24/4/07

De Toros y de Plazas

Estamos en Feria. Hablemos una mijita de toros... o mejor dicho, de plazas.

En Almería se tiene constancia de lidia de bravos desde mediados del s. XVI, recien rendida la plaza. Fue, sin embargo, allá por 1563 cuando los toros empezaron a lidiarse en la Plaza Vieja, que es plaza porticada. Allí se reunía la multitud, mientras la nobleza contemplaba el espectáculo desde las rejas de los balcones. La primera corrida de toros propiamente dicha -no novillos, ni encierro- de que se tiene constancia es allá por Enero de 1654. Pocos años después, durante las fiestas de la Virgen (que eran entonces en Enero) tiene lugar una curiosa anécdota que se convertirá en costumbre enraizada a lo largo de los siglos. Y es esta:

El 16 de enero de 1667 hay corrida de toros en la Plaza Vieja. El cabildo municipal tiene por invitados a ciertos poderosos sevillanos que contemplan, con ellos, la fiesta. Calor, lo que se dice calor, no hace y, en un determinado momento, los próceres deciden interrumpir la lidia y entrar a merendar. Por cierto a la merienda no está invitado el pueblo llano, como es de suponer, que espera abajo, impaciente y aterido, mientras los de siempre se regalan las tripas, protestando por lo bajo: Pero ehto q'eh lo qu'eh...? Concluído el convite, los nobles vuelven a salir y la fiesta continúa.

Al día siguiente, hay corrida de nuevo. Esta vez no hay invitados de ninguna parte, así que el cabildo no interrumpe la lidia. Pero he aquí que se encuentra con que la gente había tomado buena nota: se han presentado con su merienda a cuestas, tasajo, chorizos (o sardinas arenque, cada quien lo que buenamente puede) y botas de vino o cántaros de agua. Y están dispuestos a interrumpir lo que haya menester, igual que se interrumpió el día anterior para los poderosos. El cabildo no está por la labor. La gente toma la plaza, se sientan en el "ruedo" y se ponen tan ricamente a merendar. Y hasta que no terminan no hay toro ni niño muerto. Los almerienses, ya lo irán viendo ustedes, no se achicaban tan fácilmente, aun siendo pocos y de (relativamente) sencillo contentar.

Así, el 17 de enero de 1667 se establece, en Almería, la costumbre, rito o fiesta de guardar, de interrumpir el festejo taurino justo después del tercer toro, para merendar. Cosa que no se hace en ninguna otra plaza de España (los navarros meriendan, pero no interrumpen los toros... cada quien masca y contempla, al mismo tiempo). Todavía hoy, aparte de los que llevan sus neveras playeras con la merienda, desde casa, la confitería "La Dulce Alianza", en el Paseo, sigue preparando las cestas de merienda para los toros y presentando en sus escaparates la variedad de saladitos o dulces con que se acompañará la tarde y que incluyen hasta el cava, por si apetece o fuera menester.



Durante mucho tiempo las corridas de toros siguen ofreciéndose al público en la Plaza Vieja. Las rejas de los balcones son, sin embargo, demasiado reveladoras para el pudor de la época. Así, para que a las señoras que se sientan en ellas a ver los toros no se les vayan a ver las piernas -¿recuerdan ustedes aquello del muy almeriense Manolo Escobar? ¿No me gusta que a los toros vayas con la minifalda... la gente mira p'arriba porque quiere ver tu cara y quiere ver tus rodillas? Pues más o menos. Así, se empizan a cubrir las rejas con sábanas, o cortinas, o lienzos... pronto, estos serán reemplazados por los grandes mantones de Manila, que no faltan en ningún balcón ya que se convierten en demostración del poder adquisitivo de la casa. Marfil, rojo, negro, colores vivos, floreados, bordados delicadísimos y suntuosos empiezan a vestir la plaza, al tiempo que sirven al propósito de guardar el decoro.





Almería, soportales de la Plaza Vieja (actualmente en rehabilitación) y fachada del Ayuntamiento, con su reloj, cuyo carrillón anuncia las horas con la musiquilla del fandanguillo de Almería.

Por fin, se decide construir en la ciudad una Plaza de Toros. La plaza tiene dos pisos y está muy cerquita de mi casa. Se levanta en piedra, ladrillo y hierro; con sus correspondientes corrales con capacidad para albergar ganado de dos corridas, caballerizas, enfermería y demás; y tiene capacidad para casi diez mil personas. La comienzan en 1882, pero no se inaugura hasta varios años más tarde, durante las fiestas de la Virgen del Mar. Concretamente, el 26 de agosto de 1888. El cartel de aquellas fiestas está formado por Rafael Molina Sánchez "Lagartijo" cordobés, contemporáneo y antagonista de "Frascuelo", que moriría en Córdoba dos años más tarde, y Luis de Mazzantini y Eguía, "Mazzantini", italo-vasco, apadrinado por el anterior y que tras retirarse de los ruedos llegaría a ser concejal en Madrid y gobernador en Guadalajara y Ávila. Se lidiaron para la ocasión toros de la ganadería de Veragua.

Sin embargo, las almerienses conservan la costumbre de ir a la plaza con sus mantones y dejarlos reposar ante ellas, por los tendidos, con el mismo propósito que antaño tuvieran en la Plaza Vieja, esto es... tapar el revoleo de las faldas. Así, la plaza de Almería se convierte en un muestrario de colores y bordados, y por eso la llaman "La Guapa", porque se engalana de la cabeza a los pies con seda y flores.



Almería, Plaza de Toros y detalle de la ornamentación de la puerta grande.



Almería, tarde de toros.


Hora de merendar. ¿Ustedes gustan?

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