31/8/09

El Cortijo del Fraile



Imagen

Tratándose de tierras de cine, tal vez debería llamar a esto "Almería, mon douleur"; no sé si la devastación de Hiroshima fue mayor, pero sí que no se alargó tanto en el tiempo. La fotografía de arriba es una toma de la fachada principal del Cortijo del Fraile, en tierras de Níjar y cerca de Rodalquilar. O mejor dicho: pertenece a sus restos mortales, igual que todas las demás del reportaje. Causa tristeza, rabia, decepción y una frustración honda derivada de ver como todo se pierde en las hueseras, incluso -lo vereis más adelante- las propias hueseras. Ambiciones, politiqueo, rencores, venganzas, olvidos, nituyonimíonidenadie... humanidad en estado puro, se mire el pobre Cortijo desde donde se mire.

Tras la expulsión de los moriscos, como alguna vez he mencionado, se intentó repetidamente repoblar las tierras almerienses, sobre todo las costeras, con gentes procedentes de otros lugares. Los colonos procedían de muy diversos puntos de la península; a unos se les ofrecieron tierras para animarlos a la mudanza, y a otros se les concedieron como recompensa por haber luchado junto a las tropas castellanas en la Reconquista. Pero durante siglos esa repoblación se hizo casi imposible, no solo a causa de las razzias de los piratas berberiscos -debidamente documentados acerca de la situación de las defensas por los moriscos expatriados-, sino también por la avaricia de los buitres de siempre: los señores y el clero; por una época infernal de movimientos telúricos y grandes sequías; por unos cambios de sistemas de cultivo que no se ajustaban a lo que el terreno ofrecía, por ignorancia y por... lo mismo que se arruinan las cosas ahora: avaricia. De manera que la zona quedó escasamente habitada, salvo durante los años en que se explotó su potencial minero, primero con los alumbres y más tarde con el plomo, el hierro o el oro. El valle tiene su tesoro en la tierra, hasta que la rapiña lo deja en nada.

Fue a principios del siglo XVIII cuando los frailes del convento de Santo Domingo, una de las órdenes religiosas con más representación en la provincia (los mismos a cuya custodia se entregó, allá por el principio del año del señor de 1503, la imagen de la Virgen del Mar hallada en las playas de Torregarcía), se hicieron con muchas hectáreas de tierra en Níjar, entre ellas, las tierras del Cortijo, que dedicaron al cultivo de olivares y viñedos, y donde levantaron el edificio principal y las construcciones adyacentes. Todo parecía ir viento en popa, hasta que llegó la desamortización. Primero Godoy, luego el rey francés, después aparecieron en el horizonte los liberales, Mendizábal, Espartero, Madoz… ¡qué vamos a contar!... pues que entre tiracáp’aquí y tiralláp’allá, la propiedad se vió afectada por los procesos de venta de tierras de la iglesia, pasando a formar parte de las tierras comunales de Níjar y, posteriormente a manos de los Acosta, grandes terratenientes cuyas propiedades abarcaban una extensión casi limítrofe con el municipio costero de San José. Las cortijadas estaban pobladas por familias que cultivaban las tierras y se ocupaban del ganado, o en oficios auxiliares a una u otra actividad. Eran comunidades cerradas (y cerriles), donde el analfabetismo era una peste más, y nacer mujer era casi una sentencia, una condena a perpetua.

Fue en ese escenario donde, el 22 de julio de 1928, estalló una de esas bombas de pasiones que se cuecen cuando el interés y el deseo chocan, una de esas historias de lo que se ha dado en llamar “la España profunda”. La gente lo conoce como el Crimen de Níjar, y llenó páginas de prensa local y nacional de la época, con el morbo tan habitual entonces como ahora. Tenía todos los ingredientes: una muchacha joven, nada agraciada (según se cuenta, Paca Cañadas era coja y bastante fea, lo cual no significaba que no tuviera sentimientos o fuera estúpida), dotada por su padre para facilitar su matrimonio; la avaricia de la familia, la boda arreglada, la huida en la misma noche de bodas, la sangre… y la nada. Casimiro, el novio despreciado, se marchó y se casó en otro lugar, viviendo en San José hasta 1990. Los asesinos –el matrimonio formado por José Pérez, hermano del novio, y Carmen Cañadas, la hermana de ella- no tardaron mucho en salir de prisión, Carmen en unos meses, y él al cabo de tres años, merced a una amnistía; Paca Cañadas, por el contrario, sobrevivió y pasó el resto de su vida recluida, por su propia voluntad, entre las sombras de su casa. A su muerte, en 1987, le dieron sepultura en Níjar, pero no hay nicho alguno con su nombre y se cuenta que su lápida tiene un nombre falso.

Sobre aquellos hechos basó Federico García Lorca su trágica “Bodas de Sangre”, publicada en 1933. Seguro que todos han oído hablar de Bodas de Sangre ¡cómo no, si se estudia en escuelas e institutos!.

Sin embargo, antes que Federico escribiese su tragedia –sombría y sangrienta como era habitual en su concepción de la pasión y la muerte- alguien más, con sobrados conocimientos de la zona había escrito otra obra basada en los mismos hechos. Solo que había esquivado expresamente aquel final dramático tan lorquiano y, aun sin atenerse a la verdad de lo sucedido (en la realidad tan solo uno de los fugados resultó muerto) le había concedido un nuevo final mucho más luminoso, en el que ambos amantes dejaban atrás la vida conocida hasta entonces para buscar en tierras nuevas una vida mejor. La obra, “Puñal de claveles” ha sido (y es) tildada de melodrama. Yo me pregunto qué es, realmente, lo que diferencia una tragedia de un melodrama, porque en ocasiones tengo la sensación de que sólo lo hace el nombre del autor. El autor de Puñal de Claveles era una mujer, Carmen de Burgos Seguí. Carmen de Burgos es la gran desconocida de la Edad de Plata de la literatura española. Contemporánea de la generación del 98, con cuyos componentes la unían no pocas ideas, fue una adelantada a su tiempo. Había nacido en una familia almeriense perteneciente a la burguesía local, en la calle Mariana, justo a las vueltas de la Plaza Vieja y el convento de las Claras, pero había pasado buena parte de su niñez en las tierras de Rodalquilar, donde su familia poseía, igual que los Acosta del Cortijo del Fraile de quienes eran vecinos, tierras de labor y la concesión de los derechos de explotación de algunas minas –el Cortijo de la Unión, hoy en ruinas o desaparecido-, tierras que luego tuvieron que hipotecar y vender, pero que ella siempre recordó como su paraíso perdido. Allí creció, a caballo entre la influencia de un padre liberal cuya generosa biblioteca asaltaban ella y sus hermanos y la libertad sin cortapisas en un edén minúsculo. Pero pronto, las limitaciones de un mundo pequeño burgués y cerrado, absolutamente convencional, se convertiría para ella en una jaula de la que puso todo su empeño en huir, cosa que consiguió con una firme voluntad y el empeño por cambiar las cosas, y no someterse dócilmente a ellas.

En la época en que tuvieron lugar los sucesos del Cortijo del Fraile, Carmen de Burgos acababa de regresar de Chile. Era ya una mujer de edad avanzada –sesenta y un años, si hacemos caso a sus biógrafos- y seriamente enferma, que moriría el 8 de octubre de 1932, durante una conferencia del Círculo Radical Socialista, en una de cuyas mesas redondas participaba.

Y esa omisión generalizada de Carmen de Burgos en las referencias al Cortijo del Fraile son, en realidad, otra muestra de la desidia triste que empapa todo cuanto atañe a esta tierra, que no reconoce como debiera la valía de sus hijos. A Carmen, liberal, liberada, republicana, feminista, masónica, defensora del divorcio desde los primeros años del s XX, de la educación inexcusable de la mujer, del rechazo a la pena de muerte, le vino a caer encima después de muerta la venganza de los vencedores: El reconocimiento público de su obra que se había solicitado se fue a pique en los desastres de la guerra, que impedían entretenerse en flores y, nada más acabar la contienda, se elaboraron listas de autores prohibidos; autores que no debían figurar entre los fondos de las bibliotecas públicas, ni ser vendidos en las librerías o reeditados. Había casos en los que se prohibían ciertas obras, y otros en los que se prohibía por completo al autor. Este último fue, precisamente, el de Carmen de Burgos:

Sírvase tomar nota de que no están autorizados los libros de: Zola, Andreieff, Voltaire, Rousseau, Giolla (Ediciones Franklin), Upton Sinclair, Sinclair Lewis, Gorki, Carmen de Burgos, […] Romain Rolland, […] Guerra Junqueiro, Eduardo Ortega Gasset, Diego Ruiz, Sénder […] (1)

(1) Mª Josepa Gallofré i Virgili, L’edició catalana i la censura franquista) – 1939-1951), Barcelona, Publicaciones de la Abadía de Montserrat, 1991, p.47)

De: Concepción Núñez Rey, Carmen de Burgos, Colombine, en la Edad de Plata de la literatura española). Premio Antonio Domínguez Ortiz de Biografías, 2005. Ed. Fundación Jose Manuel Lara [Biografías]. Octubre 2005, p. 625


Pasaron los años, y Federico brilló con luz propia, recobrando un lugar en las aulas y las bibliotecas. Lo mismo ocurrió con otros grandes nombres, como Miguel Hernández, Ortega y Gasset o Sénder.

Han pasado los años y, desde hace una década, se intenta rescatar a Carmen de Burgos.

Han pasado los años y, desde hace una década, se intenta rescatar el Cortijo del Fraile.

Tal vez –eso deseo- lo consigan con Carmen. Es cuestión de voluntad e interés.

Con el Cortijo, lo veo más difícil. Las tierras de labor que lo rodean fueron adquiridas en 1995 por una compañía agrícola murciana, la Agrícola La Misión S.L., en cuya página web podemos leer:
1995 Se constituye Agrícola La Misión S.L. , para cubrir todos los cultivos fuera de Murcia y la puesta en marcha de la compra de la Finca "El Cortijo del Fraile" ubicada en el Parque Natural Cabo de Gata, Nijar, para cultivos ecológicos (724 Ha).

1996 Constitución de Kernel Export, S.L. como Organización de Productores de Frutas y Hortalizas nº 577.


Como advertiréis, se hace mención expresa a que la finca se encuentra en el Parque Natural. Si bien, como se puede apreciar en las imágenes, no se trata de un cultivo de invernaderos de los que tanto acostumbramos a protestar, sino de un regadío, además (si la información sobre las quejas de los ecologistas y algunos partidos de izquierda al respecto y de que dispongo no miente) cultivos subvencionados en terreno forestal. La Junta de Andalucía se supone que debe tomar cartas en el asunto pero, de hecho, la venta del Cortijo a la Agrícola La Misión, cuando ya el Parque Natural era una realidad, no les hizo mover un dedo. El Ayuntamiento de Níjar rotula y lo incluye en sus rutas turísticas, pero tampoco toca una piedra porque las piedras no le pertenecen. En cambio, como podréis observar en las fotos, se ha llevado a cabo muy recientemente (al parecer por la empresa propietaria) una restauración del aljibe y del tanque con abrevadero, que aparecen convenientemente remozados y encalados. El problema reside en que las restauraciones deben hacerse con respeto a la construcción original, y no a base de cemento, conservando poco más que el aspecto externo y terminando de destrozar lo poco recuperable que hubiese quedado a base de sustituirlo por un pegote moderno, falto de toda autenticidad e inútil para su observación y estudio, como si se tratase de un trampantojo cinematográfico.

En junio de 2002 cierto número de intelectuales y asociaciones se reúnen en el Cortijo y hacen público el Manifiesto del Cortijo del Fraile, en el que se reivindica tanto la rehabilitación y recuperación para usos comunes el Cortijo del Fraile, como la obra de Carmen de Burgos, tan injustamente olvidada.

Manifiesto del Cortijo del Fraile

Los escritores y artistas del Sureste, reunidos hoy día 22 de junio, en el Cortijo del Fraile, en este paraje de insólita belleza, próximo al oro de Rodalquilar y a la deslumbrante costa volcánica, deseamos hacer llegar a todas las sensibilidades nuestra preocupación por el estado de abandono y ruina en que se encuentra el edificio del siglo XVIII, mandado construir por los frailes dominicos.
Destacamos la significación de esta construcción, de tanta importancia e interés dentro de la arquitectura tradicional del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar. Así como por su vinculación a la literatura, como fuente inspiradora de la novela Puñal de claveles de Carmen de Burgos y la tragedia Bodas de Sangre de Federico García Lorca, cuya proyección universal hace incomprensible que este lugar permanezca en ruinas. Lamentamos su deterioro y destrucción, así como el continuo expolio de lápidas y diversos utensilios, a que se ha visto sometido. La continua afluencia de visitantes, atraídos por la creciente fama del Cortijo, reclama una actuación que no admite demora.
Somos conscientes, sin embargo, de las dificultades que hay que superar, puesto que el edificio (sobre el que hay incoado un expediente dentro de un bloque de cortijos rurales mediterráneos) es propiedad privada y requiere de una gestión eficaz por parte del Ayuntamiento de Níjar y la Junta de Andalucía, para llevar a cabo un ambicioso proyecto que vendría a suponer un centro vital para la cultura, con proyección internacional.
Pedimos que, dada la singularidad de la edificación, se agilicen al máximo todas las gestiones para poder llevar a cabo su reconstrucción y restauración, acordes con la categoría de la obra y el paisaje en que se enclava. Y, en consonancia con los excelentes trabajos de recuperación que se están realizando en la zona, en el antiguo poblado minero de Rodalquilar. De igual manera, han de acondicionarse los caminos al Cortijo del Fraile, así como la carretera, junto al cerro del Cinto, que le une con Rodalquilar, que resulta hoy impracticable.
El Cortijo del Fraile ha de convertirse en un Museo Etnográfico del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar; con una especial dedicación al suceso de 1928, como a las posteriores obras literarias que generó. Si Lorca ha de tener una destacada presencia, Carmen de Burgos “Colombine”, tan vinculada a estas tierras, en las que ambientó varios de sus relatos, ha de encontrar aquí también un recuerdo vivo y permanente. La figura de la escritora almeriense ha ido recuperando su vigor, gracias a su intensa obra literaria y, como cabeza de la lucha por la dignificación de la mujer en nuestro país, cuya luz personal pervive en nuestro tiempo.
La propia edificación, tan sugestiva, como enclave rural, con elementos arquitectónicos del siglo XVIII y oratorio del XIX, presenta por sí sola un enorme atractivo para convertirse en el futuro Museo del Parque. Se ha de producir, pues, una imbricación perfecta entre las tragedias rurales del autor granadino y un lugar que fue centro de la vida, el trabajo y las pasiones de los Campos de Níjar.
Proponemos al Ayuntamiento de la localidad y a la Junta de Andalucía que actúen, ya contemplan la posibilidad de la adquisición y recuperación de un grupo de viviendas abandonadas, muy cerca del Cortijo del Fraile, en el llamado Campo de Doña Francisca, que podrían convertirse en residencia de futuros visitantes y, en especial, destinadas a escritores, profesores y artistas que, procedentes de diversas partes del mundo, acudieran para realizar sus creaciones, investigaciones y encuentros en el Parque Natural.
Decidimos constituir un amplio Colectivo que vele para que el Museo del Cortijo del Fraile sea, en breve, una realidad, una admirable realidad, en este hermoso Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, declarado por la UNESCO Reserva de la Biosfera.
En el Cortijo del Fraile, a 22 de junio de 2002
Instituto de Estudios Almerienses
Diputación de Almería
Colectivo Huali (Almería)
Grupo Espartaria (Lorca)
Asociación de Amigos del Parque Natural Cabo de Gata-Nijar
Asociación de Escritores y Artistas Españoles


Han transcurrido siete años largos desde que se realizase el Manifiesto. Siete años de sol abrasador, de viento residente, de lluvia brusca y rompedora. Siete años, no de olvido total, sino de paciencia excesiva. La situación actual es la que podeis observar en las imágenes. La tierra, como en los tiempos que la visitara Goytisolo, sigue siendo roja, y en ella crecen los frutos enriqueciendo el paisaje con sus colores. Los pitacos, con sus enormes varas floridas, siguen bordeando el margen del camino; y cabras y ovejas pastan en la majada, al cuidado del pastor. Todo sigue igual, todo se desmenuza en polvo. Polvo en el viento, que es todo cuanto somos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Absolutamente admirado.
Mis respetos.

rosa dijo...

pena de abandono de estas ruinas qe se desmoronan,hagamos algo por recuperarlas.